45 libros para llevarte a la playa este verano (y 45 pequeñas razones para leerlos)

50 libros para llevarte a la playa este verano (y 50 razones para leerlos)

Verano eterno: noches a la fresca, hogueras mágicas, cerveza por un tubo, salitre en las piernas, grillos que chillan, chapuzones para resucitar, brindis con amigos… y muchos libros. Quiero que esta lista sirva como un pequeño regalo, una invitación para visitar la librería de tu barrio y quitarle el polvo al carnet de la biblioteca o un empujoncito a tu curiosidad. Por eso entre los 45 libros para llevarte a la playa este verano hay alguna cosa de actualidad, pero también rarezas, libros de siempre y joyas rescatadas. Venga, ¡a volar!

  • En la Tierra somos fugazmente grandiosos (Ocean Vuong): Una carta a una madre que es como una autopsia emocional y un examen de conciencia, un puñado de recuerdos de Vietnam, un torbellino de deseo, memoria y belleza que te dolerá en el pecho.
  • Leña menuda (Marta Barrio): Una lectura que se te clavará bien adentro como una espina o un pajarito enfermo. «Está escrita desde la sombra, valiente y áspera, oscura y densa. Sigue cavando, recorre los tejidos, llega a la médula. Huele a azufre, a sangre metálica, a bosque, a brasa, a pena».
  • Matar es fácil (Agatha Christie): Es muy difícil elegir un solo libro de la maestra más grande del misterio de todos los tiempos. Sin embargo, este es una de sus grandes obras maestras junto a Diez negritos o La casa torcida. Si me dieran un euro por cada página de Agatha que me he leído en la playa…
  • Preparación para la próxima vida (Atticus Lish): Literalmente, un libro que puede salvar la tuya, una joya tan poética como violenta. Lo encontrarás en la editorial Sexto Piso. Una inmigrante ilegal musulmana de la etnia china uigur se conocerá con un excombatiente traumatizado de la guerra de Irak. Rebosa talento y tiene algo especial que se queda muy dentro.
  • Piscinas que no cubren (María Agúndez): Una novela especial y efervescente que te enamorará acerca de la infancia libre y eléctrica de una niña en Menorca, entre amistades de todas las edades, salitre, gamberradas y latas de berberechos.
  • Amigos para siempre (Daniel Ruiz): Así definimos esta descabellada fiesta de los 50 maravillosamente contada, uno de los mejores libros para llevar a la playa. «Una obra de sueños podridos, hormonas y canas, de deseos primitivos y hambre insana de dinero, de matrimonios que se deslizan por la curva del tedio sin pastillas de freno y amigos que han tejido una dorada red de secretos».
  • Encargo (Berta Marsé): De ella dijimos que «se devora como unas pipas Tijuana: chupándose los dedos, con sed de más, y mucho amor por ese dulzor turbio y picante que te embota los sentidos». Esta inquietante novela aborda el lazo de atracción, repulsión, lealtad y rechazo entre dos amigas de un barrio de Barcelona.
  • Formas de estar lejos (Edurne Portela): Infiernos escondidos, cadenas invisibles, dependencia y ahogo. Nadie cuenta cómo Edurne Portela las tensiones de una relación de pareja. Una obra intimista y realista hasta la médula.
  • Historia de Shuggie Bain (Douglas Stuart): Una de las últimas ganadoras del prestigioso Premio Booker que te robará el corazón. Una historia de amor, alcoholismo y redención que relata «el lazo entre Agnes y su hijo Shuggie en el agonizante Glasgow de los 80, donde la pobreza campa, la gente está azulada y triste, los hígados se desbordan y la industria se pudre».
  • Adulterio (Andre Dubus): Cuentos melancólicos para sorber un vino al atardecer y aspirar el salitre. Relatos que ahondan en las decisiones vitales, «rascando lo que queda en los restos del día para revelar a sus personajes por dentro, como un fotógrafo que saca secretos con pinzas del líquido».
  • Que el vasto mundo siga girando (Colum McCann): Leí este libro en una Navidad gélida hace muchos años, y se quedó mucho tiempo rondando en mi cabeza. Es una historia coral en la bulliciosa Nueva York de los 70, donde conocerás a madres que lloran por sus hijos muertos en Vietnam, artistas accidentados, abuelas superheroínas o un cura que lucha contra sus propios demonios.
La desaparición de Julia Phillips
  • La desaparición (Julia Phillips): El thriller del pasado verano y uno de los libros de esta década llamados a ser recordados. Personajes corales, niñas desaparecidas, identidad y arraigo, amor y violencia se dan cita en la gélida península rusa de Kamchatka, aislada del resto del mundo.
  • Las noches salvajes (Cyril Collard): Difícil de encontrar, pero buceando en librerías de viejo o plataformas de venta de segunda mano puedes hacerte con este relato en primera persona de su autor. La crónica de su bisexualidad, del sida y de las noches salvajes parisinas, que también llevó a la pantalla como actor protagonista, guionista, director y compositor de parte de la BSO.
  • 10 ingobernables (June Fernández): Si buscas un buen libro de entrevistas que te vuelen la cabeza, en 10 ingobernables encontrarás a 10 personas que viven fuera del corsé. Lejos de pasar por el aro de la normalidad, «prefieren complicarse la vida defendiendo sus tradiciones, su velo elegido, su curvas, su sexo sentido, su pluma, su disidencia o su manera única de de entender la existencia desde las tripas, desde los márgenes y desde la tierra».
  • El misterio de Salem’s Lot (Stephen King): La segunda novela del maestro del terror también es mi favorita, tan estremecedora que podría robarte el sueño incluso en una noche tropical del verano. ¿Los ingredientes? Un pueblo adormilado, niños que desaparecen, animales que mueren desangrados y algún que otro mordisco.
  • Cuatro por cuatro (Sara Mesa): Qué mejor que el verano para volver a esta inquietante ópera prima de Sara Mesa y su despliegue sin igual de atmósferas turbias y personajes movidos por la pulsión y la extrañeza. En esta enigmática obra, cuatro niñas descubren luces y sombras en el colegio donde están internadas.
  • Su cuerpo y otras fiestas (Carmen María Machado): Relatos espeluznantes, perturbadores, húmedos y sobrenaturales que ahondan en el sexo, la muerte, la violencia o la soledad. Realismo mágico, terror, erotismo y monstruos se meterán en tu cama cuando cruces sus páginas.
  • La cabeza a pájaros (Marta Fernández Muro): Nunca me canso de recomendar esta joya, el fantástico viaje por cuatro generaciones familiares de esta actriz de culto y chica Almodóvar. «Conoceremos a las hermanas Romero, genios y figuras, vivimos embarazos y enfermedades, muertes, duelos y nacimientos, exilios y retornos, la guerra y la bonanza, las incógnitas y las certezas. Como la autora advierte, no todo tiene que ajustarse exactamente a la verdad, ¿pero qué hay más real que aquello que la memoria ha conservado entre toda la chatarra?»
  • Nación vacuna (Fernanda García Lao): Encontré la edición argentina en una librería de segunda mano y me encantó su humor perverso y su historia profética. En ella, un grupo de mujeres se ve arrastrada para un delirante servicio patriótico en un mundo asolado por la enfermedad y la guerra.
  • Escupiré sobre vuestra tumba (Boris Vian): Una amiga de la carrera me prestó hace años esta bomba del niño malo de las letras francesa, el anarquista, virtuoso y hedonista Boris Vian que vivió mil vidas antes de morir con 39 años. Escupiré sobre vuestra tumba es violenta, desagradable, pornográfica y bestia como pocas.
  • Un día perfecto (Melania G Mazzucco): Leí hace muchos años a Mazzucco,y recuerdo esta historia como totalmente magistral. Un flashback de 24 horas en el que Camilla cumple siete años, Zero hace estallar su primera bomba, Emma pierde su trabajo, Elio pronuncia un discurso equivocado, Valentina se hace un piercing en el ombligo, Maja encuentra la casa de sus sueños, Sasha celebra el décimo aniversario con su amante, Antonio ve a su esposa por última vez y alguien carga su pistola con 7 balas.
  • El mundo después del cumpleaños (Lionel Shriver): Mi novela favorita de Lionel Shriver, más conocida por la espeluznante y magistral Tenemos que hablar de Kevin. Léela si eres de esas personas que se preguntan cómo hubiera sido tu vida de tomar otra decisión y obedecer a un impulso.
  • Ronda nocturna (Sarah Waters): Si no conoces a Sarah Waters, deberías devorar todos sus libros, no importa por cuál empieces. La reina que ha revolucionado el género de la novela victoriana con un toque queer cuenta en esta historia la vida cuatro jóvenes londinenses durante el Blitz y la dura posguerra londinense. Amores fatales, enfermedades escurridizas y pisos polvorientos en la ciudad de la eterna lluvia.
  • Los cuerpos del verano (Martín Felipe Castagnet): Una originalísima historia en la que la muerte es solo opcional, un residuo del viejo mundo: tu conciencia puede flotar en el vasto limbo digital o ocupar un nuevo cuerpo instantes o años después del deceso del anterior. ¿Qué le sucederá a Ramiro?
  • El tiempo de los tigres (Liza Klaussmann): «Como decía Tennessee Williams, hay algo especial en una historia ambientada en el calor del verano: la derrota tiene mejor sabor, el deseo te ronda sin descanso y el crimen lleva un punto más de perversión». Liza Klaussmann ahonda, ginebra y tedio existencial en mano, en una truculenta historia familiar en una mansión soleada en la isla de Martha’s Vineyard.
  • Facencera (Óscar García Sierra): Una historia de pena, de vatios, de coches tuneados y de ermitas que se tragan los secretos. Una de las sorpresas del año para Literaturbia. «Saca una cerveza bien fría, coge unos alicates para la demolición, súbete la capucha, ponte de fondo el neobakalao triste de VVV [Trippin’you] y siéntate a escuchar».
  • Las primas (Aurora Venturini): ¿Quieres flipar con el lenguaje y ponerte hasta colorá con la historia? Aurora Venturini le da la vuelta a todo lo que conocías sobre familia, desgracia, sexualidad y corrección en esta novelaza deslenguada, divertida hasta la saciedad y rompedora como pocas. » A mitad de camino entre la autobiografía delirante y el ejercicio impúdico de la etnografía íntima», dicen en Tusquets.
  • Florido granado caduco marchito (Sara Baume): La extraña historia de amor entre un hombre y su perro, y uno de los libros más raros y hermosos que haya leído jamás. «Una historia que brinda por los libros, las latas de conserva y los paisajes helados, por las playas vacías y los secretos de la naturaleza, por la supervivencia y el cigarro prendido, por los eternos amores peludos».
  • Un día más, un dólar menos (Terry McMillan): Con perdón de Elvira Lindo en Manolito Gafotas, Terry McMillan es la única autora que ha conseguido que me ría a carcajadas y en alto. Si buscas una lectura ácida y disfrutona, las mujeronas protas de las novelas de McMillan serán tus mejores amigas este verano. ¿Mis otros favoritos? De Cómo Stella recobró la marcha y La interrupción de todo.
  • Tokio Blues (Haruki Murakami): Incluso aunque no pertenezcas a la legión de fans de Murakami, Tokio Blues es una novela redonda que te encantará. Amor, sexo, muerte, deslumbramiento y desasosiego, todo regado con la melancolía surrealista del autor nipón y una pizca de buena música de piano.
  • Los desperfectos (Irene Pujadas): Hay muchos invitados a los brillantes relatos de Irene Pujadas. «Abuelas, vecinos, espectros, extraterrestres, medio muertos y medio vivos, exparejas que podrías volver a toparte en cualquier anodina sala de espera, amistades de la melancólica adolescencia, gatos, compañeras de pillería, hijos desagradecidos, cotillas, gusanos, y hasta Dios, si se aburre». Tú también.
  • Las alegres (Ginés Sánchez): Leí hace unos años Los gatos pardos y me quedé atrapada por su escritura magnética y su atmósfera violenta. Las alegres es de esos libros que es mejor leer sin echar siquiera un vistazo a la sinopsis. Es mejor que un chute de dopamina un sábado por la noche. Eléctrica y espeluznante.
  • Tiempo sin lluvia (Cynan Jones): Una novela corta deslumbrante que echa a andar a la vez que una vaca. «Su historia parece forjada con el mismo líquido que la tierra lleva por dentro, el agua fresca con la que sueñan las vacas, la densidad de los huesos en un pantano, el cuerpo humano mutando, las raíces de los hongos creciendo bajo nuestros pies, la rueda de las estaciones que nunca deja de girar», dijimos.
  • Gallinas (Jackie Polzin): Una historia ´´íntima, minimalista y especial para pensar y sentir, ideal para disfrutar de un café al atardecer y en silencio. «Su levedad se parece a una espiga y su profundidad cala muy adentro como los olores de la infancia. Ojalá pudiéramos sazonar nuestros días con algo de lo aprendido tras este racimo de días cuidando, contemplando, admirando a las gallinas existir».
  • La palabra más hermosa (Margaret Mazzantini): Ay, cómo escribe Margate Mazzantini. Después de leerme todo lo que se ha traducido al español, esta y No te muevas son mis novelas favoritas. Una historia poética y sabia y trepidante en un Sarajevo ruinoso, con una cámara fotográfica de por medio.
  • Panza de burro (Andrea Abreu): No es tarde para devorar el fenómeno editorial de 2020. «El vínculo indestructible y frágil entre dos amigas, la extrañeza y las alegrías y la intuición de los últimos coletazos de la infancia, es la magia y la sabiduría de las abuelas, es un verano largo en un barrio del que no se van nunca las nubes, es la década de los dosmil y el principio de los latidos nuevos, son canciones de Aventura y conversaciones en el chat de Terra, las cosas a las que es difícil ponerles nombre pero que probablemente nunca vuelvan a ser sentidas con la misma intensidad».
  • Relatos escalofriantes de Roald Dahl (Roald Dahl): Puede que la truculenta historia de Cordero Asado fuese mi relato de terror favorito cuando era pequeña. Nunca es tarde para regresar a los cuentos de Roald Dahl, un genio no solo en la magia y el encanto de Charlie y la fábrica de chocolate sino también en su más perversa Las brujas, James y el melocotón gigante o esta colección de perversos relatos.
  • El camino de los ingleses (Antonio Soler): Una novela que me sacó del tedio adolescente decenas de veces. Melancolía, veranos eternos, cicatrices y deseo. Empieza así: «En el centro de nuestras vidas hubo un verano. Un poeta que no escribió ningún verso, una piscina de cuyo trampolín saltaba un enano con ojos de terciopelo y un hombre al que una noche se lo llevaron a las nubes. Los días cayeron sobre nosotros como árboles cansados».
  • Mugre rosa (Fernanda Trías): Una novela fosforita y apocalíptica para las hijas del cambio climático, escrita de forma profética antes de la pandemia. «Sus criaturas rotas nos recordarán a nosotras. Su mundo en llamas nos sonará de algo. Sus colores ruidosos despertarán algo del reptil hambriento, de las niñas muertas que llevamos dentro», te chivamos aquí.
  • Al final siempre ganan los monstruos (Juarma): Uno de los mayores tesoros del catálogo de Blackie Books, una historia tierna y punki y más macarra que una canción de Eskorbuto. «Claro que hay droga, violencia, mentiras, esquelas, enfermedad y rabia. Pero también diversión y amores bonitos, venganzas y juerga, ternura y macarreo, y un sentirse vivos como dinamita en los dedos».
  • Cometierra (Dolores Reyes): Polvo somos y en polvo nos convertiremos. Una historia feminista, cruda y rabiosa sobre una niña huérfana que puede hablar con las muertas y asesinadas después de comer tierra. Un pequeño clásico moderno, una joya terrible y luminosa, visceral y reveladora.
  • Dendritas (Kallia `Papadaki): La resaca del sueño americano de una familia griega afinacada en Candem. «Una autora que encuentra la belleza en lo anodino, en los barrios más grises, en las existencias singulares tras las manos cansadas de trabajar. En las almas que buscan cruzar el río Delaware y ver las luces de Filadelfia, o atravesar de nuevo el océano y palpar el hogar».
  • Los aires difíciles (Almudena Grandes): Con perdón de Malena, mi favorito de Almudena Grandes. La historia de amor entre Juan Olmedo y Sara Gómez, dos extraños que se instalan a principios de agosto en una urbanización de la costa gaditana para reiniciar sus vidas, tan parecidos a los aires difíciles de la costa levantina como el poniente y el levante.
  • Manual para señoras de la limpieza (Lucía Berlin): Si te gustan los relatos, aprovecha el verano para leer a grandes maestras, desde Lorrie Moore a Ann Beattie o A. M Homes, pasando por Lucía Berlin. Un libro de penas y detalles, de heridas y de tragos, de inadaptados y perdedoras, de añicos de sueños y supervivencia. Relatos que huelen a verdad y sanan como agua oxigenada.
  • Tomates verdes fritos (Fannie Flagg): Termino con esta lista de mejores libros para llevarte a la playa recomendando una novela (y una película) que me sé de memoria. Amor, hechizos y bandadas de patos al fondo de Alabama. Una encantadora de abejas, partidas de póker, el café de Whistle Stop y el espíritu inflamable de Towanda. Recuerda: el secreto está en la salsa.

Imagen de portada |  Toa Heftiba en Unsplash

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