«De cerca nadie es normal» Caetano Veloso
Elige una vida. Elige un empleo. Elige la normalidad. Depílate, tunéate, péinate, cállate. Sobre todo cállate. Respeta los códigos de la feminidad y la masculinidad, inescrutables como la fórmula de la Cocacola pero más memorizados que el Padrenuestro. Adáptate al binarismo, átate a un género que por supuesto, concuerde con lo que tienes entre las piernas. Deja que otros te salven, que tú no sabes. Esconde la pluma, folla solamente con gente del sexo contrario, no explores tu cuerpo, crece sin desobedecer, forma una familia heteronormativa. Adora a una bandera por obligación. Rechaza la disidencia, no se te ocurra preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Adelgaza, porque nunca es suficiente. No sueñes, acepta que nunca serás dueñx de tu cuerpo, ni de tu identidad ni de tu lucha. Son del Estado, de la(s) Iglesia(s), del patriarcado y del capital, que se meten hasta en tu cama para susurrar el conocido mantra del «es por tu bien». Elige comprar y complacer, consumir y acatar, la vergüenza o la decencia, la soledad o la puta normalidad. Elige esa vida que ya estaba escrita de antemano mucho antes de que tú llegases aquí.
El párrafo anterior, si Irvine Welsh me permite el guiño, muestra todo aquello que el mundo espera y exige que seamos mucho antes que nos definamos como personas, que intentemos ocupar nuestro lugar en el mundo. Poniéndole voz a diversas historias de transgresión y rebeldía de aquellos que gritan fuerte su derecho a existir, a ser y a estar, June Fernández (Bilbao, 1984) lanzaba recientemente su libro «10 ingobernables», publicado por la editorial Libros del K.O. Una obra que nos acerca al mejor periodismo, ese que hoy en día sangra y convulsiona pero todavía resiste desde muchas trincheras, como bien demuestra su Píkara Magazine, fundada en 2010.
Cada capítulo de esta obra imprescindible parte de una entrevista a una de esas almas y cuerpos que se niegan a pasar por el aro de la normalidad y prefieren complicarse la vida defendiendo sus tradiciones, su velo elegido, su curvas, su sexo sentido, su pluma, su disidencia o su manera única de de entender la existencia desde las tripas, desde los márgenes y desde la tierra. Bajo una mirada exquisita que capta con tanta lucidez como ternura la esencia de cada una de las personas que forman parte de este retrato coral a corazón abierto, sin escatimar en esos detalles cotidianos que son la salsa de toda existencia, June nos lleva de la mano a un pueblo galego para comprobar cómo una pandilla de lugareñas pelean por conservar un irrepetible juego tradicional llamado a bugalliña, nos traslada a conocer la intrépida vida de Irina, marcada por la Revolución cubana, el descubrimiento de su identidad de género y la batalla diaria contra la enfermedad, nos presenta a Antar y su no a psiquiatras, cicatrices y hormonas como requisitos para mostrar quién es, o nos transporta a la trinchera diaria de doña Sebastiana, una mujer guatemalteca llena de cientos de historias, marcada por la defensa de otras tantas mujeres cuyas vidas están atravesadas por el colonialismo y las violencias machistas.
10 ingobernables, o las vidas fuera del corsé
Una historia que te permite conocer las entrañas de su protagonista es aquella capaz de contagiarte su rabia, empaparte en sus miedos, llenarte los ojos de lágrimas y hacerte sonreír sin despegar los ojos de la página. Las 10 ingobernables de este libro -11 con la autora- son el ejemplo vivo y latente de que existen otros caminos, otras realidades, otras maneras de ser y de sentir, de ocupar nuestra parcela de aire en el planeta y reivindicar cada bocanada, a pesar del estigma, de las risas ajenas, de las heridas palpables y de las invisibles, del rechazo y los reojos, las voces que se alzan para que supedites tu felicidad a los intereses de otros. Si algo me parece común a todas las personas entrevistadas son sus desbordantes ganas de vivir, sobreponiéndose cada segundo al odio y la violencia que suscita su condición de trans, de mujeres, de maricas, de gordas, de activistas, de insurrectas. El centro hegemónico nunca se cansa de devolver a la periferia, con palabras y con patadas, a aquellos que no encajan en el molde de la normalidad.
Pero desde los márgenes, las voces de este libro siguen soñando, remando y esquivando las balas de un mundo neoliberal, patriarcal y deshumanizado, ya sea vendiendo ajos, reivindicando la memoria y defendiendo la pluma como Julio el Ajero, rompiendo los moldes de género desde un pueblo catalán como la mágica Juanita Márkez, -la Virginia Woolf de Mediona-, combatiendo la violencia contra el racismo y defendiendo diversidad sexual y corporal como la incombustible Nicole o transitando para sobrevivir con la cabeza bien alta como Juanita Urbina, otra de las heroínas que le planta cara a la transfobia desde Managua. Merece la pena sumergirse en sus opresiones y sus victorias, sus pasos dados y sus pérdidas, especialmente para reflexionar sobre cómo queremos tejer nuestras vidas y las del resto, lejos de la ira y de la ignorancia y cerca del cuidado y la diversidad.
Dicen que lo que no se nombra no existe. Pero ahora, desde el papel, la tinta es sangre en movimiento y esta decena de ingobernables aletean, vuelan y resisten para recordarnos que merece complicarse la vida y que de cerca, nadie es normal.
Pingback: Manifiesto (Hablo por mi diferencia) | Un manifiesto de Pedro Lemebel