“Alguien a quien una vez amé me dio/ una caja llena de oscuridad./ Me llevó años entender/ que esto, también, era un regalo” Mary Oliver
Encargo, la primera novela de Berta Marsé tras un camino prolífico en el terreno de los cuentos y relatos, es tan deliciosa como un caramelo envenenado y una fiesta explosiva para quienes hallamos un placer indecible en las historias retorcidas. Publicada en Narrativas Hispánicas de Anagrama, nos habla de la relación aviesa entre dos adolescentes que más que amigas, son archienemigas íntimas, niñas de los noventa a las que les toca hacerse mayores en la crisis del 2008, la era del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la gentrificación de los barrios obreros de Barcelona y los fuegos artificiales de las primeras redes sociales en nuestros bolsillos.
Desi es la voz narrativa en esta historia de envoltorio costumbrista, surcada de vecinos chismosos, locales en crisis, chuchos callejeros y ganas de escapar lejos o quizás, de arañar un futuro mejor. A la vez que la amistad emponzoñada entre ambas, también es el relato de un barrio en crisis, del fracaso y la precariedad manchando la juventud de los treintañeros de hoy. Desi, tierna en su antipatía y más seca que la mojama, nos habla de su extraña relación con Yesi Lugano, otra Geminís Cosecha Olímpica, virtuosa del instrumento, guapa y popular, compañera de colegio hasta matricularse en una prestigiosa escuela italiana. Íntimas y a la vez desconocidas, un estrecho vínculo de atracción, repulsión, lealtad y rechazo las une de forma inevitable. «Lo que no se puede desunir/Es lo que nos habrá de separar», como cantaba Nacho Vegas en La Gran Broma Final. Hasta que un día, Yesica Lugano desaparece.
Encargo se devora como unas pipas Tijuana: chupándose los dedos, con sed de más, y mucho amor por ese dulzor turbio y picante que te embota los sentidos. La prosa de Berta Marsé es un regalo: sencilla y limpia como cortada con escalpelo, cotidiana y deslenguada pero repleta de tesoros escondidos y agridulces vueltas de tuerca. Juega con la literatura como una maestra del yoyó -o para ser más dosmileras, del diábolo-, y apunta a la cara menos complaciente del ser humano. Envidia, congoja, piedad y venganza hacen aquí una vinagreta que en cada paladar tendrá un sabor diferente, inclinándose hacia el perdón, la condena o la duda.
No queda más que celebrar -y cruzar los dedos- para que esta sea la primera de muchas deliciosas novelas de Berta Marsé. Encargo es perversa, divertida e inquietante, tiene aura de fatalismo y compone la mejor tragedia griega de barrio de los últimos tiempos: catártica, adictiva y de escapatoria imposible, como el destino de las Géminis Cosecha Olímpica.