«Estuvimos aquí, un día estuvimos vivos aquí»
María Sánchez
Sin más preámbulos empezaré diciendo que Gallinas de Jackie Polzin es un libro muy especial. No se parece a nada que haya leído antes, y creo que además del calor de sus frágiles aves instalado en tu pecho, también cambiará en ti la manera en la que ves el mundo. Gallinas desnuda lo cotidiano, brilla como los guijarros marinos que encienden el asombro en un niño. Arregla un poco la brújula escacharrada de la vida con su atención a los detalles minúsculos, su mirada sobre el compás de la naturaleza y de las relaciones humanas.
¿De qué va Gallinas? Editada por Libros del Asteroide, el debut de esta autora norteamericana parte de una premisa tan sencilla como rica en detalles: una joven mujer de un pequeño pueblo de Minnesota afronta la delicada tarea de mantener sanas y con vida a cuatro gallinas durante las cuatro estaciones del año. Si te parece sencillo, será que no has pasado por lo mismo. Para lograrlo tendrá que aprender sobre la marcha, comprender el comportamiento de las aves, lidiar con las inclemencias del tiempo, el gélido invierno con el mercurio bajo cero, el calor asfixiante del verano o los depredadores que merodean el gallinero.
En el día a día procurando mantener sanas y salvas a Gam Gam, Gloria, Tiniebla y Señorita Hennepin County se entremezclan los cuidados y la ternura con los pensamientos oscuros y un duelo paralelo, con las reflexiones sobre la existencia y los vínculos con su madre, su marido o su mejor amiga. Las gallinas también enseñan a la protagonista a escapar de la memoria y volver a olfatear el momento presente, contemplar el milagro de un huevo caliente conteniendo todos los misterios del universo, sortear el eterno peligro de seguir respirando, y aceptar el rumbo que las cosas toman por sí mismas.
Gallinas es una historia íntima y genuina sobre el hechizo inexplicable de vivir, sobre los chispazos de luz que alumbran el duelo, sobre cómo afrontar una vida imperfecta con entereza, como ese arce medio calvo del jardín; sobre cómo aceptar la pérdida y el desencanto, surfear la frustración de todos los deseos chamuscados que no se cumplieron de nuestras tartas de cumpleaños. Su levedad se parece a una espiga y su profundidad cala muy adentro como los olores de la infancia. Ojalá pudiéramos sazonar nuestros días con algo de lo aprendido tras este racimo de días cuidando, contemplando, admirando a las gallinas existir.
Imagen de portada | Linda Robert/Unsplash