La vida era una piedra que lentamente se iba gastando y afilando
Raymond Carver
Sur, considerada obra cumbre de Antonio Soler y publicada por Galaxia Gutenberg, es un manantial gigante, un ojo invisible capaz de condensar y sobrevolar los misterios y conexiones de puñados de vidas en tan solo 24 horas de tiempo narrativo, una proeza a la altura de muy pocos autores. Todo comienza en un amanecer abrasador de 2016, cuando un hombre moribundo aparece cubierto de hormigas en un descampado.
En un prodigioso ejercicio de formatos, estilos y voces, Sur desentraña la telaraña de una ciudad abarrotada y sus supervivientes: almas que buscan su salvación en bares, iglesias, guitarras, zapatillas gastadas, cuerpos ajenos, caricias eléctricas, pactos con el diablo, historias incandescentes, triquiñuelas por dinero, otros mundos posibles. Diarios secretos, relatos policiales, crónicas de sucesos, voces tristes, flashbacks al pasado o monólogos interiores de curas, yonquis, místicos, sacerdotes, jubilados, locos, vecinos, músicos ambulantes, madres trabajadoras, insomnes, doctoras, adolescentes, abuelas, charlatanes, bohemias y mucho más imprimen su huella en sus páginas, un riachuelo de realidad sucia y espiritualidad de los arrabales, una muestra de que todo sucede a la vez y que, también como hormigas, las vidas humanas corretean bajo el sol en busca de alimento y madriguera, escapando (un día ´más) de la muerte.
Sur no es solamente el mejor libro que he leído este año, sino uno de los mejores que he leído en toda mi vida, tantos años después que ese ejemplar de El camino de los ingleses -releído unas diez o veinte veces en la adolescencia- llegase a mi estantería con sus personajes tan del gusto de Antonio Soler: un poco desahuciados, llenos de aristas enigmáticas y comezones interiores infinitas, atravesados por la vida que les ha tocado y en eterno contacto con sus iguales, como luchadores de esgrima o moscas bailando en el cristal. Aliñados con una pizca de melancolía, un buen puñado de deseos que hierven y un chorrito de ese licor genuino que define a cada ser humano por dentro, la receta está servida.
Imagen | Jorge Miente/Flickr