Moluscos fríos, familia en llamas | Reseña de Mejillones para cenar de Birgit Vanderbeke

Moluscos fríos, familia en llamas | Reseña de Mejillones para cenar de Birgit Vanderbeke

El cuerpo le dolía con un dolor de siglos

Sara Mesa

Las grandes revoluciones pueden gestarse en espacios minúsculos: un ascensor, el aula de un colegio, una reunión de vecinos o por qué no, el último reducto, la madriguera a la que más cuesta llegar: el hogar. El salón de una familia tradicional y modélica de la Alemania Oriental, con su cena humeante y sus asfixiantes roles asignados por un padre tirano, es el escenario de esta historia. Una anticipada a su tiempo, cargada de pulsión feminista y carga simbólica, para muchos también de una secreta y afilada crítica política, ya que su autora publicó Mejillones para cenar en 1990, y la escribió en un contexto previo a la Caída del Muro de Berlín. Se dice que el padre simbolizaba, precisamente, al régimen.

La rebeldía empieza con una grieta, una tardanza, un reloj que no para de avanzar y un progenitor y marido que no llega a la hora habitual. El tic-tac y la ausencia del darán un vuelco a lo que se espera de todos los miembros de la casa, dejando al rey desnudo, la rabia servida en el plato, la melancolía como una víscera recién cocinada y puesta a la vista de todos. Desesperación para mojar salsa, desazón de entrante y pequeñas venganzas de postre, contra esa dictadura que estrangula la creatividad, asfixia el libre albedrío, mete a cada hijo por género en un corsé parecido a un ataúd y transforma el matrimonio en una esclavitud doméstica, empapada de reproche y aliñada con el agridulce de la condescendencia.

Mejillones para cenar, relato largo o novelita corta publicado por la alemana Birgit Vanderbeke y publicada en España en la sección Pequeños placeres de Ediciones Invisibles, es todo un placer para escudriñar las relaciones de poder en el seno de las familias, los deseos que, aunque taponados, siempre luchan por volver a salir fuera de los poros, el cuestionamiento de la autoridad o la libertad del individuo contra el sistema -sea este un gobierno, país, relación sentimental o casa-. Saca brillo al potencial de la unión y la palabra para hacer fuerza y desliza, en unas pocas horas de conversación mundana, la lucha entre lo hegemónico y la otredad. Verás a un cabeza de familia y el patriarcado pringando cada esquina de un hogar, empujando contra las apetencias, necesidades y sentimientos de un hijo, una hija y una madre abnegados, condenados a obedecer… hasta ahora.

Mejillones para cenar es subversiva, poderosa y endiabladamente divertida. Este libro doméstico y audaz brilla como la antesala fulgurante de otro tiempo que estaba (y está) por venir.

«Aquel día había mejillones para cenar, pero eso no era ni una señal ni una coincidencia. Cierto que era algo inusual, pero está claro que no era ninguna señal, aunque más tarde alguna vez hemos dicho, aquello fue un mal agüero.»

Imagen de portada | Pixabay

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