Santas y vendettas | Reseña de Carcoma de Layla Martínez

Carcoma de Layla Martínez

Dios debería haber hecho letales a las chicas

cuando hizo monstruos de los hombres.

Elisabeth Hewer

Carcoma es la primera novela de la escritora Layla Martínez, editora del maravilloso sello independiente Antipersona. Se posó en mi mesita de noche como un secreto susurrado a través de las alcantarillas o atrapado en una flor seca, con la morbosa electricidad de una buena historia de terror, las espinas de un drama familiar recién desollado y alguna virgencita capaz de amoratar al amo por la noche si le rezas muy fuerte.

Publicada por la editorial Amor de Madre, su portada naranja ya anticipa una casa vieja y ruinosa, devorada por una carcoma que también mastica la mente de sus protagonistas como un ratón hambriento: una abuela y su nieta, pobres y condenadas al ostracismo en un pueblo hostil, poseedoras de poderes ancestrales para ver lo sutil y lo oscuro, atrapadas frente a los cabos sueltos de un pasado atroz y vigiladas con lupa por vecinos, señoritos y periodistas. Mandan los de siempre, y sirven las de siempre, casi parece que por los siglos de los siglos.

Carcoma de Layla Martínez

La casa tiene vida propia y un hueco destacado en esta historia. Es telaraña de historias, pozo de secretos, lugar de apariciones, energía telúrica y opresión en el cuerpo. Un sitio al que volver y del que no poder escapar, como la familia.

Carcoma es uno de los mejores broches para despedir el otoño y un regalo para sorprender a cualquier amistad lectora que quiera mordisquear algo diferente, monstruoso y vibrante, cargado de conciencia de clase y de aceitoso realismo. También es una historia acerca de vivir atrapados en los lugares y en los recuerdos, de las crueldades que mantienen unidas a las familias como alambres de espino, de aquello que saben las paredes y que se callan los muertos, de las cárceles invisibles y de los pecados atascados, de la violencia silenciosa de los ricos y el sonajero en la barriga de los pobres.

Es imposible no quedarse prendada del ritmo narrativo de Layla Martínez, de su historia nocturna y viscosa, de sus apariciones demoniacas y celestiales, del traqueteo que resonará en tu cerebro tras su lectura como una cucharilla rascando en la pared. Te la leerás con hambre.

Carcoma es genial porque es a la vez espiritual, punk, triste y oscura como la boca de un lobo. Tiene el magnetismo turbio de los cuentos de Carmen María Machado, una mirada personalísima para hacer emerger el horror y la miseria, y un encanto espeluznante a la hora de cocer a fuego lento una deliciosa revancha.

Esta es una novela con el talismán de las estampitas, la rabia de los pobres, el escalofrío de la güija y los espíritus que recorren la España vaciada. Si aquella frase decía aquello de que «nuestra venganza será la alegría», a veces la alegría necesita plato frío, venganza y que las muertas y las santas le den la vuelta a la tortilla. Buen provecho.

Imagen de portada | Juan Ignacio Garay/Flickr

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