Luis Hernández (Luchito Hernández para los amigos) fue un poeta peruano que transgredió toda norma. En su corta vida -murió a los 35 años en Buenos Aires- publicó 3 poemarios Orilla, Charlie Melnick y Las Constelaciones. Después de obtener una acogida tibia por parte de la crítica, empezó a redactar a mano poemas por doquier en sus cuadernos, relas y servilletas, que regalaba a amigos o desperdigaba por ahí, acompañados de recortes de periódico, una bella caligrafía y bocetos y dibujos realmente novedosos. Estos últimos están recogidos postmortem en Vox horrísona, que Nicolás Yerovi compiló y publicó.

Luchito Hernández destacó por su voz libre y salvaje, y por unos poemas originales y singularísimos. Fue uno de los primeros en incorporar el humor y las citas metatextuales en la poesía peruana, así como a hacer referencias constantes a la astronomía y a las ciencias. En su obra están presentes los «pentagramas espaciales», denominados por el astrónomo alemán Johannes Kepler como «música de las estrellas». A día de hoy, son muchos los fragmentos que permanecen inéditos o perdidos. Está considerado una de las voces más importantes generación poética del 60.
Aquí puedes leer algunos de sus poemas. Entre sus referencias brillan la música clásica, filosofía y mitología grecolatinas, seres que sufren, sol y cerveza, poesía y medicina, estrellas, boxeo, manicomios y, ante todo, una imaginación desbordante y un genio que diseminó su alma por cartones, viejos cuadernos escolares, mapas espaciales y servilletas de bar.

Soy Luchito Hernández
Soy Luchito Hernández
Ex campeón de peso welter.
Poca gente me habla
Hasta oí a alguien
Preguntarme
¿De qué te defiendes?
Y yo hubiera respondido
Si no silencioso fuera:
Más bien te defiendo
De mi luz. Una luz
Que reuní y me friega.
Dedicatoria
A todos los prófugos del mundo, a quienes quisieron
contemplar el mundo,
a los prófugos y a los físicos puros, a las teorías
restringidas y a la generalizada.
A todas las cervezas junto al mar.
A todos los que, en el fondo, tiemblan al ver un guardia.
A los que aman a pesar de su dolor y el dolor que el
tiempo hace florecer en el alma.
El bosque de los huesos
Mi país no es Grecia,
Y yo (23) no sé si deba admirar
Un pasado glorioso
Que tampoco es pasado.
Mi país es pequeño y no se extiende
Más allá del andar de un cartero en cuatro días,
Y a buen tren.
Quizá sea que ahora yo aborrezca
Lo que oteo en las tardes: mi país
Que es la plaza de toros, los museos,
Jardineros sumisos y las viejas:
Sibilinas amantes de los pobres,
Muy proclives a hablar de cardenales
(Solteros eternos que hay en Roma),
Y jaurías doradas de marocas.
Mi país es letreros de cine: gladiadores,
Las farmacias de turno y tonsurados,
Un vestirse los Sábados de fiesta
Y familias decentes, con un hijo naval.
Abatido entre Lima y La Herradura
(El rincón Hawai a diez kilómetros
De la eterna ciudad de los burdeles),
Un crepúsculo de rouge cobra banderas,
Baptisterios barrocos y carcochas.
Como al paso senil del bienamado, ahora llueve
Una fronda de estiércol y confeti:
Solitarios son los actos del poeta
Como aquellos del amor y de la muerte.
El sol azul
Soy Billy the Kid
Ladrón de bancos
Y voy herido por la espalda
Y como herido voy
Sé dónde he de ir
Y la inmensidad, el Brillo
Del Sol y su hermano
El Desierto son claros
Y simples a mis ojos
Y entre la Estrella rutilante
Y mi silencio median
Únicamente ciento cincuenta
Millones de Kilómetros
En el polícromo espacio
Y cerca de mí, lo más cercano
Veo el Amor
Esa más alta estrella
Y en mi libro de poemas
Leo cuando luego
De la hora vespertina
La luz asciende y no olvido
Pues nada llevo en mí
De olvidar: made weak
By time and fate
But strong in will
Y nada porto de olvidar
Pues el recuerdo no hiere
Así como no existe desgarro
En el olvido. Y en mi libro
De poemas de Lawn Tennyson
Veo cantos hermosos
Resonar en las viejas Wurlitzer
De las playas de Agua Dulce
O La Herradura
Con los muros trazados
Por el musgo: ese musgo
Especial melancólico
Lánguido que muestra
Que los seres humanos
No son parte sino
Cada uno el Universo
Y como tal herederos
De los dones del mar
De la merced del aire
Del torbellino estático
Del fuego pero yo no acostumbro
Hablar tanto: Soy Billy the Kid
y como voy herido
took a few herbs and apples
And the Day. Soy Billy
The Kid, de ahí que mi idioma
Natal se me confunda
Por instantes y en esta
Vasta pradera traiga
Del tiempo que fue
Algunos días.
Como en Lima el primer
Dulce recuerdo, mi ciudad
Natal e indescriptible
Y rodeado de bruma
Transparente las extrañas
Botellas de los bares.
Imagen de portada | So What/Flickr