Los libros de Mr. Perfumme son como ese juguete fosforito del huevo Kinder que no entiendes hasta que está montado del todo. Son como un trampantojo gastronómico de sabor umami, como una nana muy triste y muy punki para acceder a una dimensión secreta, entre lo palpable y lo invisible, entre lo salvaje y el subconsciente. Te apeas del viaje con el mareo tras una montaña rusa llena de loopings, y el monazo de una droga nueva que te inyecta dolor y adrenalina y de resaca, deja una ternura irreversible. Por eso Gordo de Porcelana -publicada por Temas de Hoy– es un dardo a nuestra corteza cerebral, un sueño lúcido que mientras repasa la cara B más putrefacta de la Valencia de los 90, esa grieta por donde se pudren Alcasser, Macastre, la burbuja grasienta del ladrillo, la ruta del Bakalao y el turismo chamuscado al sol de Marina d´Or, nos cuenta la historia de Dolo, una mujer a la que la vida ha tratado como a un saco.
¿Qué queda de una cuando desde tu llegada al mundo has chapoteado en miseria y violencia? Es una pregunta que flota en el aire a lo largo de este diario de supervivencia donde los dibujos japoneses, Lola Flores, una pistola, los fanzines, un cacaomeister, Camilo Sesto, y Antena 3 pueden convertirse en salvavidas. Tú también querrás a Dolo, tú también aprenderás que las cosas buenas no duran para siempre. Afortunadamente, las malas tampoco. Desde que conocemos a ese gato que viene de las estrellas nos sumergimos en un collage de géneros y formatos marca la casa: caricaturas, guiones televisivos, informes secretos, humor negro como el espacio sideral, diarios delirantes, sectas y amnesia y poemas y sueños, y sangre, canciones liberadoras, viñetas como lexatines con petazetas y diálogos que atinan en el pecho mejor que un AK-47.
Gordo de Porcelana se pasea por la España negra, la desahuciada, la que se marchita en cárceles y sanatorios, la que es carnaza de telebasura y morbo, la que pide a gritos un chute químico para sentirse mejor, la que no es capaz de salir de la cama. La que lleva lo innombrable tatuado dentro de la piel, la violencia más atroz. Y en el paseo vertiginoso por el horror de Dolo se asoma algún rayito de esperanza, las historias que nacen como coágulos en la cabeza o revolcones de noodles por dentro del cuerpo para sacar lo malo pa´fuera, las amistades orgullosamente locas, pacientes y tiernas.
Decía Lola Flores que el brillo de los ojos no se opera. Y Gordo de Porcelana es un animal con bioluminiscencia propia.
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