La obsolescencia de las perdices | Reseña de Feliz final de Isaac Rosa

La obsolescencia de las perdices | Reseña de Feliz final de Isaac Rosa

«Cuando la autodestrucción entra en el corazón, al principio parece apenas un grano de arena. Es como una jaqueca, una indigestión leve, un dedo infectado; pero pierdes el de las 8:20 y llegas tarde para solicitar un aumento del crédito. El viejo amigo con quien vas a comer de repente agota tu paciencia y para mostrarte amable te tomas tres copas, pero el día ya ha perdido forma, sentido y significado. Para recuperar cierta intencionalidad y belleza bebes demasiado en las reuniones, te propasas con la mujer de otro y acabas por cometer una tontería obscena y a la mañana siguiente desearías estar muerto. Pero cuando tratas de repasar el camino que te ha conducido a este abismo, sólo encuentras el grano de arena».

John Cheever

Empiezo esta reseña de Feliz Final, la novela de Isaac Rosa publicada por Seix Barral, con un fragmento de John Cheever, y la acabo con el diálogo de la canción de Nacho Vegas que nos enseñó que nos amaríamos toda la vida, pero en teoría. Que cada día será fuerte nuestra fe, pero en teoría. Y como todo lo que va antes de un pero no existe, o es mentira, necesitamos novelas abrumadoras que nos hablen de ese espacio gris entre el deseo y la muerte de una relación, entre el final de las chispas y las primeras mariposas ahogadas en el estómago.

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿El rencor o la falta de complicidad? ¿El final del cuelga tú o el no sos vos, soy yo? Amar en los tiempos que corren, esto es, los tiempos de Glovo y Tinder, de Airbnb y WhatsApp, de canas prematuras y cuentas bancarias anémicas, de ciudades contaminadas y ensordecedoras, trabajos basura y palabrejas cool en inglés para disfrazar la pobreza, puede ser tan fácil como antaño o más difícil que nunca. Ante el matrimonio tradicional como cárcel sin barrotes hoy se antepone el mercado de los afectos, el neoliberalismo de la carne, la colonización de nuestro cuerpo por horarios insufribles, enfermedades ajenas, deudas bancarias, falta de tiempo para conocernos, para estar, para ser. Una jaula llamada capitalismo que siembra pequeños tumores en lo cotidiano, que invita a reflexionar sobre cómo las circunstancias materiales condicionan lo emocional, pueden fragmentar nuestras vidas y nuestro compromiso amoroso.

Feliz final comienza en la mudanza tras la ruptura y rebobina los acontecimientos a través de los monólogos internos de sus dos protagonistas: dos caras de la misma moneda, diferentes ópticas de esa lenta devastación, la contradicción entre las decisiones vitales y la propia ideología, la erosión de la rutina como una mandíbula apretada, el cuidado de los hijos, la atomización social y el individualismo como un monstruo: amigos que se separan, trabajos que no permiten respirar, épocas de bonanza económica y sueños de emigración rural seguidas de insomnio y facturas: ¿la curva de la felicidad de una pareja es paralela a la de su cuenta bancaria común? ¿Cómo tomar partido ante la crianza natural, la infidelidad, la vejez, la soledad, la insatisfacción instalada de forma perenne, como un piso sin calefacción? O sobre todo, ¿en qué momento las cosas se torcieron?

Esta es una novela original y personalísima que no se lee; se siente. Verdades crudas, sentimientos pornográficos y una sensación de estar penetrando en la intimidad de otros, desarrollando empatía ante sus problemas, inquietudes y penas de sus protagonistas, cuyas perdices desde la página uno ya tenían obsolescencia programada.

A ver, Christina, dime, ¿a dónde nos conduce todo esto?
-Yo que sé, Nacho, cada vez que creo que sé a donde voy acabo en un sitio distinto, el destino es el único accidente posible.
-No sé Christina, yo, yo estoy de acuerdo contigo en teoría, pero en teoría funciona incluso el comunismo, en teoría.

Lole y Boyán, un amor teórico (Nacho Vegas)

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