Liliana Ancalao se define como poeta y mapuche. Nacida en 1961 en Diadema Argentina (Comodoro Rivadavia, Chubut), es autora de las obras “Tejido con lana cruda” (2001), y “Mujeres a la intemperie-pu zomo wekuntu mew” (2009), ambos poemarios reeditados en 2010 por El suri porfiado. Además, parte de su obra ha sido incluida en las antologías “Taller de escritores. Lenguas Indígenas de América” (1997, Temuco, Chile), “La memoria iluminada. Poesía mapuche contemporánea” (2007, Málaga, España), “Mamihlapinatapai, poesía de mujeres mapuche, selknam y yámana”, “Escribir en la muralla, poesía política mapuche” (2010, coedición Desde la gente y Centro cultural de la cooperación) y “Kümedungun-kümewirin antología poética de mujeres mapuche siglos XX-XXI” (2011 LOM Ediciones, Chile).
Liliana Ancalao destaca por ser sumamente activa en el terreno cultural y en el activismo para preservar la identidad de su pueblo y su idioma, el mapuzungun. Ha escrito artículos para revistas culturales y artísticas como El Camarote y Boca de Sapo y también es profesora en Letras y Directora del colegio provincial 723. Junto a los trovadores patagónicos difunde lírica desde la oralidad, y como parte de la comunidad Ñamkulawen, organiza iniciativas de rescate y fortalecimiento cultural, como la realización de la ceremonia anual del Wiñoy Tripantü y Experiencias de Educación Autónoma mapuche.
Hoy traemos a Poetizando uno de sus poemas más conocidos y hermosos, titulado «El frío las mujeres y el frío».
Un poema de Liliana Ancalao: El frío las mujeres y el frío
Yo al frío lo aprendí de niña en guardapolvo
estaba oscuro
el rambler clasic de mi viejo no arrancaba
Había que irse caminando hasta la escuela
cruzábamos el tiempo
los colmillos atravesándonos
la poca carne
yo era unas rodillas que dolían
decíamos que frío
para mirar el vapor de las palabras
y estar acompañados
las mamás
todas
han pasado frío
mi mamá fue una niña que en cushamen
andaba en alpargatas por la nieve
campeando chivas
yo nací con la memoria de sus pies entumecidos
y un mal concepto de las chivas
esas tontas que se van y se pierden
y encima hay que salir a buscarlas
a la nada.
mi mamá nos abrigaba
ella es como un adentro
hay que abrigar a los hijos
el pecho
la espalda
los pies y las orejas
dicen así
y les crecen las ramas y las hojas
y defienden a los chicos del invierno
y a veces sale el sol y ellas tapando
porque los brazos se les van en vicio
y hay que sacarles
despacio
con palabras
esos gajos
pero el frío no siempre
lo sé porque esa noche en aldea epulef
dormíamos apenas
alrededor de nuestro corazón al descampado.
eufemia descansaba el purrun del camaruco
y la noche confundió su pelo corto con el pasto
era la madrugada y eufemia despertó
con la helada en el pelo
y el frío esa vez tenía boca
y se reía con nosotras
se esta poniendo viejo el frío nos decía
las mujeres aprendemos
tarde
que hay un tiempo en la vida
en que hasta sin intención
vamos dejando una huella de incendio
por el barrio
ni sé porque la perdemos
y esa tarde yo precisaba
medias de lana cruda para cruzar las calles
en las ciudades el frío
nos raspa las escamas
punza en la nuca
se vuelve más prolijo
en eso andaba y a la noche
había un hombre en mi cama
o era un niño o un muchacho
yo no quería respirar muy fuerte
tiene las manos abrigadas este hombre
entonces por qué me fui
para ver si salía a buscarme o me dejaba
a que los esqueletos de pájaros
se incrusten en mi cara
como el eco del silencio
seré si no me encuentra
por hacerme la linda
encima me da abismo
este frío
sangre azul.
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