Incluso más que los potentes colores, la ficción espectacular que tiñe sus imágenes o las atmósferas más propias de los sueños de tu fase REM que de la realidad, lo que hace brillar a Ibai Acevedo (1984) es la fuerza increíble que despiden sus fotografías. Este joven autodidacta barcelonés, protagonista de esta nueva edición de Fotoadicta, comenzó su andadura en el campo del diseñado gráfico antes de colgarse una cámara al cuello. Amante de la libertad creativa, trabaja tanto por encargo como para sí mismo, regalando a nuestras retinas un repertorio inimaginable de alegorías, sueños, lugares conocidos teñidos de sobrenaturalidad, capturas íntimas, magia y efectismo. Para Ibai lo fundamental es transmitir sensaciones, evocar instintos, llegar a la médula espinal del receptor a través de una fotografía inusual, colorista y que parece surcada por maravillosos efectos especiales.
Hiperactivo en las redes sociales, vomita sus creaciones especialmente en Flickr y Facebook, además de en su propia página web, que él mismo define como Portafolio basado en sueños reales. A través de sus imágenes puedes sumergirte en deliciosas texturas cinematográficas, divertidos juegos y relaciones entre el espacio y los protagonistas de las instantáneas, habitaciones en penumbra, atardeceres crepusculares, luces imposibles, amores desbocados, una espiritualidad poderosa que emana de la naturaleza. Rozando el auténtico pictorialismo fotográfico, las ficciones realistas de este autor forman un cóctel luminoso de primitivismo, alma, simbología y contemporaneidad juntos.
Con Ibai Acevedo puedes sentir que no estás tan solo, sumergirte en el agua, bailar al filo de un ocaso de luces violentas, volar como un pájaro lejos de la ciudad, descubrir sensaciones ancestrales, olvidarte del ruido mundano. Derrámate tu también en sus valientes creaciones, desciende a los infiernos, graba los olores, busca tu lugar entre piedras, cables, árboles y estrellas. Y sobre todo, no te olvides de la magia. Sólo genios como él saben atraparla, al menos durante un segundo, en el objetivo de la cámara. Como si de un aleteo de mariposa se tratase.