Un lunes lluvioso es un momento inmejorable para abrirte en canal, meterte la poesía de Ernesto Pérez Vallejo en las entrañas y coserte de nuevo. Tus órganos no volverán a ser los mismos: tú también te enamorarás de Laura, aprenderás a volar un palmo por encima del suelo, verás en las barras de los bares dignas escapatorias para la tristeza y recordarás todas las vidas que nunca tuviste. Hoy en Literaturbia tenemos el placer de conversar largo y tendido con uno de los poetas más maravillosos del panorama literario español. Abre tu cerveza y disfruta de un lunes con aroma a mar, a sexo y a cicatrices frescas.
Para comenzar, ¿que poema le enseñarías a una persona que nunca haya leído algo tuyo previamente?
Soy mal consejero, sobre todo si se trata de asesorar sobre mí. A una persona que le guste la poesía y no me haya leído antes lo mejor sería lo aleatorio. Si tú le dices lee este poema en concreto ya le estás invitando a mentirte. A mí personalmente con mi poesía me pasa lo mismo que con los espejos, siempre veo defectos.
Ha descruzado sus piernas
y Sharon Stone se ha convertido
en actriz secundaria de mis fantasías húmedas.
Creo que se llama Laura,
si me vuelve la voz le pregunto.
Lo prometo.
Estos versos forman parte del comienzo de «De Laura y otras muertes», tu primer poemario publicado en 2011. ¿Que otras muertes además de Laura atemorizan -o atemorizaron- a Ernesto Perez Vallejo?
La de mi padre. Yo tenía 19 años y no sabía lo que era la derrota, no por una costumbre a ganar, si no por que no conocía el significado real de perder. Cuando uno es joven piensa que la vida es una montaña rusa que nunca descarrila pero si que lo hace y una vez sucede, en las curvas de la vida ya no te sueltas de manos para demostrar que vas a salir ileso de todo. Ya te agarras fuerte e incluso cierras los ojos por si el futuro que viene no es el que querías ver. Con las muertes de los seres queridos ocurre que una parte de nosotros también muere. A estas alturas de mi vida yo soy una mitad descafeinada de aquello que fui.
Porque N me gustaba más que nada en el mundo,
más que los bizcochos que hacía mi madre
todos los domingos por la tarde,
más que el monte de venus de mi prima Carlota
en aquellas noches de verano
que dormía sin bragas
En algunos de tus poemas, como éste Es desde entonces que soy ateo o el precioso Días de clase rescatas recuerdos y vivencias de tu infancia o adolescencia que resultan tremendamente cercanos. Casi podemos sentirnos en el pupitre de al lado. ¿Tiene esa época de tu vida mucho peso en tus poemas?
Tengo que ir a ella para enternecerme. Esa época es la mejor. Creo que una persona sin infancia es una persona peligrosa.
Postdata:
No te olvides de los lunes que me debes
algún día, quien sabe,
puedo volver a recuperarlos.
Abriste tu blog de poemas Los lunes que te debo en torno al año 2008. Por aquel entonces el boom de ese tipo de plataformas, así como de las redes sociales era mucho menor que en la actualidad. ¿Cómo fue el comienzo de esta aventura?
Antes de ese blog tenía otro. Creo que fue por el 2006. Y antes de eso escribía en una libreta. Quien tiene esta necesidad lo hace sin importarle donde llegará lo que escribe, tengo a mi madre deseando que vacíe de papeles que se desangran en azul dentro de los muebles del salón. Con «los lunes que te debo» no estaban las redes sociales en auge pero estaban los foros. La diferencia sin duda es la repercusión. Ahora llegas a todas partes, antes era como algo más familiar. Lo que si está claro es que internet le ha hecho mucho bien a la poesía en general y a la mía en particular, antes no me leía ni yo mismo y ahora lo hacen hasta en México por poner un dulce ejemplo.
¿Crees que el futuro de la poesía pasará de forma obligada por los espacios digitales, las redes sociales y la autoedición?
Creo que en el presente ya es así. Y también creo que esa es la razón por la cual tiene futuro. La autoedicíon no está mal. Es como criar a un hijo sin guarderías de por medio. En cualquier caso hay que tener siempre en cuenta que leer poesía es para una selecta minoría y eso seguirá siendo así siempre.
Ahora tiene puesto el vestido azul
que dice fóllame en el idioma de los ciegos
y los tacones rojos de asesinar margaritas
en los jardines del cielo de mi boca.
Los tacones y las barras de los bares son una constante que se repite en toda tu obra. ¿Cuáles dirías que son tus obsesiones literarias preferidas?
Obsesiones literarias no creo que tenga. Obsesiones reales unas cuantas. Lo que escribo es casi siempre fotocapiar mi estado. Mi obsesión es la mujer, ya ella lleva al resto, tacones, bares, orgasmos, sueños, fracasos, olvidos, amor y un largo etc. La mujer es el atajo para llegar a todos los sitios donde uno puede ser feliz. Pero también es el camino lleno de obstaculos para dejar de serlo.
Ella sonríe y mientras se sube su vestido
toda mi piel se cubre de escamas
En poemas como El hombre pez o El hombre lluvia haces referencias constantes al agua, a las olas o a la playa. ¿Cómo ha influído en ti vivir en un pequeño barrio gaditano llamado Campamento, tan cerca del mar?
El mar es infancia. Ya hace tiempo que me gusta más desde fuera que desde dentro. Tengo que tenerlo cerca, aunque no lo vea, saber que está ahí. Casi todo lo bueno que me ha pasado en la vida lo ha visto la playa. Y la playa no olvida. Ni yo a ella.
Yo me inventé un apodo para llamarla sin que me doliera
y ella una excusa para engañar a su marido.
Y todavía nos vemos, claro,
en este rincón precioso
de la memoria.
Tus poemas son como pequeñas historias donde descubrimos tu mirada hacia el mundo, y por donde pasean un montón de personajes y vivencias. En tu poesía, ¿donde acaba la ficción y empieza la realidad?
Aquí tendría que mentir. Prefiero que sea el lector quien juzgue.
En veinte minutos yo
me corro dos veces,
tres si se llama Laura,
cuatro si me insulta,
cinco si me pega
o me muerde
o me araña.
Otro tema recurrente, y abordado de manera realista y visceral en tus versos se trata del sexo, junto al amor y el desencanto, algo que tus líneas respiran a diario. ¿Es importante perder el miedo a hablar de sexo en la literatura?
Lo que es importante es hablar de lo que te apetezca. Y a mí casi siempre me apetece sexo. En la literatura en general no creo que exista miedo en hablar de sexo. De hecho se ha convertido en un fenomeno un libro que aborda el sado. Lo ha escrito una mujer y lo han comprado en su mayoría mujeres. Ni el ibuprofeno ha curado tantos dolores de cabeza de golpe. El sexo es algo que nos gusta a todos y que hacemos todos, es absurdo ponerle cadenas a la felicidad.
Porque la poesía no es subirse a un escenario
y hacer de un pub una iglesia.
Porque la poesía sería quitarle el micrófono a un cura,
subirse al púlpito
y de un sólo poema
conseguir que le tiemblen los clavos a ese señor con barba.
Que la iglesia se convierta en un bar
con un dos por uno en cervezas.
En uno de sus poemas más famosos, Bukowski afirmaba aquello de «Vivan en un barril. Pártanse la cabeza con un hacha. Planten tulipanes bajo la lluvia. Pero no escriban poesía». ¿Qué es la poesía para ti y que importancia tiene en la rutina de tu día a día?
Es escapar, huir hacía adelante. En mi vida diaria la poesía esta en un plano apartado,aunque mi cabeza vaya a su bola y piense en verso. Pero vivo sin la parte poética. No hablo de poesía y me escabullo o me sonrojo si alguien me habla de lo que escribo. Al fin y al cabo es como si alguien tuviera acceso a tu diario, a tus secretos. Me gusta sentir y poder expresarlo, me ayuda incluso a no romperme la cabeza contra un muro, a guardar la ira, a someter a mi pereza, a lamer mis lujurias. Es una terapia donde puedo estar conmigo a solas y soportarme.
La poesía es cicatriz y celulitis
y jamás entenderá de pasarelas
Dice un pajarito que precisamente, fue con Charles Bukowski con el que aprendiste lo sencillo que es amar la literatura lejos de la claustrofóbica imposición de los colegios. ¿De que otros autores te enamoraste mientras comenzabas a escribir?
Sin lugar a dudas encontrarme con Bukowski fue un flechazo desde la primera página. Fue como cuando tenía doce o trece años y mi hermano me puso Extremoduro. – Como cuando vi a cierta chica por primera vez. Con Bukowski sobre todo aprendí lo amplia que puede ser la literatura. Con él quise ser escritor. Luego se me ha ido pasando.
Me gustaría soltar aquí un catálogo de escritores que me han influído o enamorado, incluso creo que podría fingirlos hasta parecer un tipo culto. Pero no, he hallado más inspiración leyendo a gente casi anónima, que en las bibliótecas. Y esto es culpa mía no de la literatura en cuestión.
Respecto a los colegios, al menos en mi caso que ya soy de una época lejana -nací en el 79-, creo que la educación que se recibía en aquel entonces no ayudaba nada a fomentar a la lectura. Entiendo que debe haber un límite, no te van a poner que le hagas comentarios de textos a John fante o al mismo Bukowski pero tampoco creo que ayude remontarse a siglos donde la palabra nos llega mas como sofá que como bala. Creo que pasado y presente se deben besar en la boca para que el futuro pueda ser un orgasmo.
En la tele ponen un documental de animales
dos arañas hacen el amor,
y yo, que sólo sé follar,
me deprimo.
La ironía, el sarcasmo y el sentido del humor contigo mismo también son una constante en tus poemas. ¿Que cosas cotidianas te hacen reír y no tomarte en serio a ti mismo?
Amo la ironía, quien sabe usarla siempre me resulta muy inteligente. Las cosas serias me deprimen, me cuesta mantener un diálogo por muy jodido que sea sin meter alguna frase que lo suavice. Me gusta rodearme de gente que tienen la capacidad de hacerte reír. Y odio profundamente a aquellos que piensan que la poseen sin ser cierto. Pueden hacer de una agradable velada un infierno.
A todo esto, cualquiera que me conozca te diría que soy antipático, no es fácil hacerme reír. Las cosquillas no las tengo donde la gente normal. Me río más con el cuerpo que con la boca. Y tengo la virtud de no saber fingir simpatía.
La chica rubia se llama Mery Sue
y no ha dicho te quiero ni una sola vez en su vida.
Tiene los ojos tan profundos que si los miras directamente
ves la fecha de tu muerte escrita en árabe.
Bebe sola,
duerme sola
y a veces folla conmigo.
Pero del amor ni rastro.
Además de a la plutónica Laura, en tu blog y en tu segundo poemario -publicado el pasado diciembre y llamado De flotar y otros vuelos-, hemos conocido a otras mujeres e historias de amor, sexo y desamor. ¿En qué has cambiado desde el primer libro a esta nueva obra?
Soy más viejo. Me gustaría decir que no he cambiado en nada pero sería mentira. No se puede ser el mismo. Lo que cambia a las personas son los acontecimientos de su vida. Si vives cambias. Tienes las base, tal vez los principios, poco más. Y ni siquiera eso es inalterable. De golpe aparece Mery sue por ejemplo y te olvidas de tus principios para que no lleguen los finales. Respecto a la parte poética, creo que soy más profundo, ya no me quedo en la orilla todo el tiempo a que venga la ola. Ahora voy, la busco y te digo como me ha pasado por encima.
También la parte mala es que me exijo más, tener gente esperándote hace que a veces releas el poema y yo cuando me releo me odio y cuando me odio borro o hago bolas de papel que sueñan besar el suelo.
Seguro que no hay demasiada gente que conozca otro blog publicado por ti -ahora más en desuso-, llamado Justo desde aquí te veo las bragas. En el encontramos algunas publicaciones en prosa, como una hermosa serie de textos titulados Historias desde la barra. ¿Por qué te ha enganchado más el formato poético? ¿Sigues escribiendo prosa en la actualidad?
La poesía es un atajo, la prosa un camino. El destino es el mismo. Me gustan ambas vertientes, la poesía por que es como un golpe en la mesa cuando estás enfadado o un beso cuando estás cariñoso. La prosa es como follar con preliminares. A día de hoy escribo una novela que no acabaré nunca por miedo a que me deje a solas. Y de vez en cuando en la página de facebook del libro escribo algún que otro relato.
Mientras que muchos de tus coetáneos y amigos poetas se dejan caer por recitales o conciertos musicados, es complicado ponerle cara a Ernesto Pérez Vallejo. ¿Prefieres quedarte en el anonimato tras los libros?
Prefiero quedarme en el anonimato, nada me ha empujado hasta ahora a salir de él, si alguna vez ocurre no tendré problemas en que me de la luz. No me llama la atención recitar, no me siento con ego suficiente para firmar libros, ni creo que sea necesario decir – hola soy yo quien escribe estas cosas- con una foto de perfil que me corrobore-. A mí me gusta escribir simplemente eso.
«Reconozcámoslo. Ernesto escribe como el culo, pero como el culo de Brigitte Bardot».
Estas palabras de tu amigo y poeta Escandar Algeet son un ejemplo de la admiración que despiertas en un círculo de escritores -y amigos- que, a mis ojos, formáis una generación renovadora de la poesía en España. ¿Que diferencia hay entre un poema tuyo y uno de Irene X o de Escandar?
Irene es una diosa que escribe como si tuviera el amor apuntándole a la cabeza. Tiene mucho talento, no tienes la impresión en ningún momento de que está forzando nada. Hay quien respira aire y expulsa aire, Irene expulsa versos y gracias muchas gracias. Escandar es un bohemio, parece que ha vivivo más que nadie a pesar de su edad y posee una sensibilidad enorme, leerlo es como acariciar a un tigre te gusta la suavidad pero sabes que en cualquier momento puede dolerte la vida.
Diferencias pues la habrá y muchas, aunque nunca me he parado a analizarlas ni creo que pueda hacerlo. Si leo no cuestiono, si escribo no me pregunto.
¿Sabrías recomendarnos un libro para un día de resaca, otro para una noche de copas y otro para llevarnos a una isla desierta?
En día de resaca o noche de copas no leo. Para una isla desierta el quijote sin lugar a dudas, aunque sea solo por extensión.
Si tuviera que recomendar tres libros serían, La senda del perdedor de Bukowski, Grecia de Irene X y Erase una vez el amor pero tuve que matarlo de Efraim Medina Reyes.
¡Me encantaría que te despidieses con un verso!
Aún no te he visto reír
y ya me estoy imaginando donde tienes las cosquillas.
Seguramente me equivoco,
siempre acabo confundiendo risas con orgasmos.
marta
maravillosa entrevista de quien escribe con el corazon y los sentidos despiertos
Tomas
Es un tipo que hay que tomar en serio para que el sarcarmo o la ironía no se vayan a la risa…
Sin dudas es la primera palabra de la sinceridad sin ropa de etiqueta, ni discurso elaborado,
no anda dando vueltas en el precipicio de la imaginanación, sólo se lanza de cabeza a lo que cree, no le importa a donde lo lleve la corriente siempre que naufraguen los esquemas en los que nos obligaron a refugiarnos desde la infancia.